miércoles, 2 de noviembre de 2011


Hay momentos que no necesitas arreglar a nada ni nadie. Porque miras lo que tienes alrededor y ves que todo está en su sitio. Pero sin embargo tu no lo estas. Hay algo que no consigues encontrar y que una vez que lo encuentras te aterra pensar en ello. Volver a pintar en la pared es algo incontrolable. Volver a llorar por las noches o simplemente ir corriendo hasta tu puerta. No sabes si es el momento o la persona adecuada. Pero solo pensarlo te hace volver a sonreír, a tener esa mirada que hace tiempo que nadie veía. A volver a ser tú misma.  

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