jueves, 24 de noviembre de 2011




El reloj marcaba las ocho y media. El viaje había terminado, el destino se nos presentaba en el instante en que abríamos la puerta. Música: dulce sensación,
gritos: continua emoción, gente: intensa compañía…

¿Dónde me encontraba?
Una sensación de locura inundaba mi cuerpo, gritar, saltar, desahogarme. Una fiesta, estaba en una fiesta. ¿Quién me había invitado? ¿Como había llegado hasta allí? La vista se me nublaba, pero al final en una mesa… una mirada amiga se acerco hacia mí. ¿Quién era? ¿Le estaba esperando? Enseguida pensé que no era consciente y me encontraba en un sueño, pero que más da vivir que soñar. Ese momento debía disfrutarlo. Era para mí, solo para mí. En ese instante, allí enfrente de él, me paré y de mis labios susurré dos palabras que había guardado en silencio mucho tiempo TE QUIERO. Era una fiesta para mí, era la gente que más quería, únicamente ellos se encontraban allí. Era el regalo más grande, era esa dulce sensación, ese recuerdo que jamás se borraría de mi mente.



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