Cuando pierdes un pendiente y te quedas
con la rosca nunca sabes en que momento se habrá caído la otra
mitad. Es lo mismo que pasa en cualquier relación humana. Nunca
sabes el momento en que puedes perder la otra mitad y por tanto no
recuperarla o quizás con un golpe de suerte encontrarlo bajo
ese sillón en el que nunca sueles mirar. Ahora ya, demasiado tarde, o
nunca es demasiado tarde, no sabes la mitad que has perdido o si
simplemente te has quedado con la parte que falta, la rosca. Puedes
encontrar uno parecido o volver a comprar la pieza entera, pero el
problema está cuando esa pieza original no la vuelven a repetir. Las
relaciones humanas empiezan con esa rosca, las puedes intercambiar
pero hay algunas que no encajan y que nunca van a encajar. Entonces te
preguntas cuando no te diste cuenta, cuando perdiste la atención en
esa pieza y sigues mirando al suelo a ver si la vuelves a encontrar.
Hay días que la melancolía puede contigo y a ratos me gustaría que
no volviera a aparecer, luego pienso que es lo que toca en cada
momento. Y ahora puede que sea buscar esa pieza original que encaje o
quizás mejor dejar de buscarla. Ya aparecerá si tiene que aparecer.