jueves, 18 de diciembre de 2014






A veces dudo de mi propia existencia, de las decisiones del día a día,  de si el café tiene demasiado azúcar, de si la leche la prefieres natural, de si desnatada o semi, de si coger ese avión o subirme en otro. A veces…la mayoría de ellas nunca sabes lo que es lo correcto, lo que significa la palabra normal, o si esa persona volverá. Tus sentimientos te traicionan y tu intuición ya no es la de antes, es más fácil engañarte y es más fácil que te acuerdes de esa canción de los dos. Sin embargo, lo difícil es avanzar sin saber lo que es lo correcto, con esas dudas paseando por tu cabeza como quien anda sin calcetines en invierno. Ya no crees en esas tardes en que la lluvia te recogía en los portales, tampoco esperas el autobús para ir a tu casa, hace tiempo que todo dejó de ser una simple ilusión. Ahora solo te queda avanzar, coger ese avión y sentarte en el asiento asignado, completar tu curriculum y presentarte a una de esas sillas de despacho, fingir que lo tenías todo y ahora no tienes nada. Dejar pasar, dejarlo ir como prefieras describirlo, simplemente dejarlo estar, ya no es importante si era solo o con leche o si te levantabas más despeinada que otras veces; has dejado de creer por un tiempo, esa incertidumbre de que nada es lo que parece, de que todo va y viene, de que nada es para siempre, y tu te aferras a ello, vuelves a buscar en el cajón de los cajones buscando alguna pizca de lo que creías, pero no queda nada. Solo quien camina con los pies fríos en invierno, solo tú misma.


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